jueves, 25 de octubre de 2007

PRINCIPIOS Y FUNDAMENTOS QUE RIGEN LA ETICA

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El principio de no-maleficencia:

Define el derecho de toda persona a no ser discriminada por consideraciones biológicas, tales como raza, sexo, edad, situación de salud, etc.nDetermina el correspondiente deber de no hacer daño, aún cuando el interesado lo solicitara expresamente.

El principio de justicia:

Define el derecho de toda persona a no ser discriminada por consideraciones culturales, ideológicas, políticas, sociales o económicas.nDetermina el deber correspondiente de respetar la diversidad en las materias mencionadas y de colaborar a una equitativa distribución de los beneficios y riesgos entre los miembros de la sociedad.

Procedimiento para la resolución de los conflictos:

Tales contradicciones obligan en algunas circunstancias a postergar alguno de los principios, otorgando prioridad a otro. Se ha dicho que hay que considerar las consecuencias de la aplicación de cada uno de los principios en conflicto y decidir de acuerdo con ello.

Criterios para la resolución de los conflictos:


Es un problema saber cómo vamos a determinar el criterio que nos permita definir cuáles son las mejores consecuencias, o las menos malas, desde el punto de vista moral.nSe plantea, entonces, la necesidad de establecer una jerarquía entre los principios, que defina cuál debe tener prioridad en caso de conflicto.

Principio de Moore: Pluralidad de los bienesNo existe un solo bien que el ser humano persiga en el mundo sino muchos


Comentario: Para el filósofo británico G.E. Moore, los principales bienes que atraen a los hombres son: la compañía humana, la actividad interesante, y la contemplación de objetos bellos. Lo esencial es que lo que constituye la felicidad es múltiple y no único. Muchas decisiones morales pueden aclararse tratando de determinar cuál es el interés predominante de cada una de las personas que participan en la situación, y por qué medios podemos asegurarle el disfrute de ese bien.

Principio de Knight: Complejidad de los actosEn todo acto intervienen muchos valores en relaciones complejas; todo acto contiene (produce) bien y mal; el valor de los componentes permanece incólume en el valor de conjunto.

Comentario: Este principio del filósofo de Chicago Frank Knight nos advierte que toda decisión moral crea conflicto, porque lo que era bueno sigue siendo bueno, y lo que era malo sigue siendo malo después de la decisión. Dicho de otra manera: toda decisión moral implica sacrificio de algo (el bien que no se puede obtener pero que sigue siendo bueno o el mal que se tiene que sufrir porque la acción ética no lo convierte en bien). El conflicto es esencial a la decisión moral y las renuncias que se operan se justifican por el bien global que se obtiene pero no hacen menos sensible la pérdida de los bienes renunciados. Este principio de la complejidad de los actos morales está muy relacionado con el anterior, de la pluralidad de los bienes: el conflicto ocurre porque deseamos muchos bienes y no siempre son compatibles entre sí.

Principio de Perry: Doble efectoToda acción produce un bien y algún mal; debemos buscar maximizar ese bien y minimizar ese mal, pero este último nunca puede eliminarse del todo.

Comentario: Este principio del deontólogo Charner Perry (mi director de tesis doctoral) puede considerarse como un corolario de los dos anteriores. En alguna medida estaba ya presente en la filosofía escolástica de la Edad Media y es invocado todavía hoy por los moralistas católicos para justificar, por ejemplo, que se prefiera salvar la vida de una madre en un parto difícil a pesar de que el feto muera (o viceversa, según las circunstancias); pues la acción del médico busca el efecto bueno, aunque inevitablemente se produzca también el efecto malo.

principio de Popper: Minimización de la infelicidadLa acción política (como acción moral que es) debe buscar reducir la infelicidad del mayor número de miembros de la sociedad, más que producir su felicidad.

Se deduce de los principios anteriores y de la tesis general del respeto a las personas. Su rechazo a la idea de tomar como norte de la política la felicidad del mayor número se inspira en el paradigma del respeto: ¿cómo podríamos buscar la felicidad general sin sustituir a las personas en la definición de lo que ellas mismas consideran como felicidad? Esto equivaldría a imponerles –violando su libertad– la búsqueda de ciertos bienes. Pero siempre podemos evitarles daño, reducir su infelicidad, tratando de remover todo aquello que ponga en peligro su integridad personal, su libertad, o su propiedad. Así, aunque basado en el paradigma del respeto (por abstenerse de imponer un tipo de felicidad a la gente) también aplica el paradigma de las consecuencias (al definir como fin de la política la reducción de la infelicidad general).

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